21 septiembre 2012

RAMALAZOS DE LAS CACEROLAS Y EL TEMOR PROGRESISTA


RAMALAZOS DE LAS CACEROLAS Y EL TEMOR PROGRESISTA


Por Conrado Yasenza*
Director de La tecl@ Eñe

Seguimos inmersos en los ecos de la teflonera marcha del Jueves pasado. Pero, y a una semana, la molestia, el malestar no ha cesado. Noto en la prensa oficialista de hoy, en el pensamiento "progresista", un tono que refleja cierto temor, algo de mesura, también de golpe recibido tras el cacerolazo, tal vez alguna inclinación a rever medidas no sólo de comunicación sino medidas económicas tomadas por el Gobierno Nacional en torno al dolar, a las restricciones en la compra de dólares. Y es que las últimas columnas de prestigiosos y respetados periodistas del campo nacional y popular, denotan hoy una fina preocupación por no perder, desilusionar, desencantar, a cierta fracción de lo que se denomina, de modo simple y ligero, clase media; ese conjunto de seres que se siente ofuscado por la inseguridad, la falta de libertad y demás consignas que amenazan con hacerse oír nuevamente. Vamos a aclarar un punto: Sé que hay cosas que fallan y faltan: El transporte, el salario, la salud, la reforma impositiva. Sé que hay que mejorar los discursos y lenguajes. Sé que la creatividad y la fuga hacia adelante en la construcción de más políticas que amplíen fronteras es un desafío, que por otra parte, ha caracterizado al Kirchnerismo.

¿Pero no es demasiado poner bajo la lupa de la revisión y la duda todo lo realizado desde el gobierno por una marcha numerosa, cuantiosa, que no hay que desestimar, pero que tampoco es representativa de la mayoría de la sociedad, que no es toda la sociedad, y menos toda la sociedad trabajadora? ¿Cuántos son los que viven pensando en el dolar? ¿Un 15 por ciento de la población? Yo viví en el 2002 con el 60 por ciento de mi sueldo en Patacones, y sentí algo parecido a lo que es ser un kelper en tu país: Negocios con el cartelito que rezaba: "No se aceptan patacones", y yo con el 60 por ciento de mi salario en billetes del Estanciero. No hace mucho de esto.

La Inseguridad y el centrismo porteño 

¿Creen algunos cronistas que en Lanús, por ejemplo, como leí hoy, no existen representantes de esa clase media que se mira en el espejo de sus inmediatas superiores, que cacerolean también por el dolar, la inseguridad y todos los clishes propalados a diario desde los medios? ¿O piensan que sólo el centro y sus luminarias poseen esas complejidades de clase? ¿Es tan sorprendente comprobar que en el conurbano bonaerense suceden los mismos fenómenos sociales, ocurren las mismas tensiones políticas y de clase, que en la CABA?

¿El Gobierno se debe ver forzado a rever políticas implementadas, considerar minidevaluaciones que importen el tipo de cambio del dólar, ceder a las presiones de sindicalistas descontentos por las pugnas del poder (está bien, acepto la cuestión no menor del mínimo no imponible, claro); por esta marcha de un sector que, sigo sosteniendo, responde a herencias ideológicas, profundamente antiperonistas, y hoy ya profundamente antikirchneristas, que cosntituye desde hace un largo rato una poderosa matriz cultural?

Y sigo con las preguntas. ¿El gobierno no viene analizando y proponiendo políticas de más ampliación de derechos más allá de las marchas de un sector minoritario?

¿Y aquellos que estuvieron en la marcha pero no comparten el todo de esas feroces manifestaciones, preocupan tanto, es imperioso no ofenderlos y coptarlos para la causa? Me dirán que si se quiere construir hegemonía es necesario, sí, tanto como ganar metros en la diaria batalla de posiciones o trincheras culturales. ¿No se manifiestan siempre del mismo modo: "Me gusta la Ley de Género o el Matrimonio Igualitario pero no se metan con mis dólares, o con mi libertad de viajar o expresarme"? ¿No son franjas muy maleables y susceptibles al pensamiento pre-digerido vertido por los medios, y hasta no revelan un profunda pereza intelectual para informarse? Vamos, no hay un regodeo en la ignorancia allí, en la ignorancia política que es una falta de responsabilidad ciudadana. Después de todo, informarse implica hoy eso: un responsabilidad social que supone un mínimo de esfuerzo por el análisis de lo que se lee o escucha.

¿Esos sectores medios, por momentos progresistas, por momentos snobs, son responsables a la hora de formarse una opinión, de buscar información, de perforar el sentido común? ¿Hay que estar tan pendiente de estas manifestaciones, y me pregunto, más aun: ¿Es casual la realización de esta marcha del teflón ante la proximidad del 7 de Diciembre, y cuando el Gobierno anunció el aumento de la AUH? ¿No es eso una reacción que discurre entre dos paradigmas en pugna: el de ciudadanía y derechos vs. el de Consumidor aislado (ombliguista y adolescente: me gusta esto pero esto no porque...) y a-político?.

Y es más complejo todavía, si preocuparnos es la medida de las opiniones: Existe todavía hoy (¡y cómo no!) una gran franja de compatriotas de sectores bajos o populares, que se ven torpedeados a diario desde los medios (mass-medias, cómo se lo extraña a Casullo en estos momentos) con informaciones-operaciones, que no pueden decodificar por falta de herramientas, elementos, que se disolvieron como la espuma en la orilla de algún mar con el atentado programado que sufrió el sistema educativo durante el menemato y durante esa parodia de republicanismo que funcionó a base de ansiolíticos: La alianza. Y son esos mismos sectores a los que también apunta el poder mediático-económico para formar sentido, para perturbar y enardecer también. Aquí es donde se ve claramente reflejada la necesidad de más Estado, de más políticas públicas, de mayor y mejor calidad en la educación pública.

Creo sinceramente, que el Gobierno esta trabajando, analizando, elaborando políticas más allá de los caceroleros y sus marchas por venir. Analiza el panorama pero no puede detenerse en el capricho de minorías reaccionarias que se sienten el país. ¿Deberá seducir nuevamente a esos sectores medios- medios bajos que viven en continuo estado de maduración? Si, quizás, y creo que esto es también analizado por el Gobierno. Pero es una difícil tarea: Nada les será nunca suficiente a estos sectores si no pueden comprar sus dolares (otra terrible matriz cultural: hasta el ´75 nadie ahorraba en dólares), o viajar a Uruguay, o a Europa, o si no pueden sentir que el bien común implica resignar privilegios.

Y hoy escucho a periodistas progresistas recelosos, hablándole a ese sector de clase, no al más atroz y banalmente ofensivo, sino al que siempre está solo y espera, al hombre común y hasta mediocre en su concepción de un país para todos, para las mayorías. Y les hablan desde el eco agridulce que devuelve la experiencia de otroras y recientes tensiones políticas, económicas y sociales; y desde y por la marcha de Jueves último, algunos hasta comparando este cambalache reaccionario con el 2008, y hasta con el 2001!. Con lo más visibilizado en su horror todo es fácil, sencillo; con las complejidades de la complicidad en diferentes grados, todo es oscuro y es necesario encender la luz de alarma.

Quiero ser piadoso con mi clase, pero hoy no puedo. ¿Cómo no hablar de continuidades históricas, más allá de que los procesos no sean unívocos o lineales? Esa composición aterradora de indecisos en eterna adolescencia y fascistas reaccionarios se hubieran cargado a Cristina Fernández antes de cumplir el año de su segundo mandato, de existir el Partido Militar, o más cerca, de contar con un Congreso como el que dio el golpe institucional en Paraguay. Eso es lo que ocurrió en 1955, y Perón había ganado las elecciones de medio término arrasando! ¿Y? Una minoría con mucho poder económico junto a los útiles de siempre propiciaron y aplaudieron el bombardeo sobre civiles en Plaza de Mayo, y en nombre de la Democracia y en contra de la Dictadura y Tiranía.

Ahora bien: ¿Constituye esta preocupación un giro regresivo o un revisionismo histórico extemporáneo sobre el peronismo?. No lo creo. Son matrices culturales profundamente arraigadas en nuestra sociedad, que hay que desarticular. Y más aún, matrices reafirmadas con la instalación del paradigma neoliberal consumista de los ´90 vigente todavía, lo cual, a su vez, se transforma en un problema económico ya que como lo expresó John William Cooke , la economía no ha sido nunca libre. O se la dirige y controla desde el Estado, y en beneficio del pueblo, o la manejan los monopolios en perjuicio de la Nación.

*Periodista

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