17 noviembre 2008

Breve Historia del Sr. Hilario Gómez



BREVE HISTORIA DEL SR. HILARIO GÓMEZ

Todos los días del Sr. Hilario Gómez son iguales.
Se levanta relativamente temprano, se afeita, lava sus dientes y peina su cabello oscuro casi sin darse cuenta.
El Sr. Hilario Gómez trabaja en una repartición pública como administrativo. Confecciona y busca fichas de datos, atiende a personas que casi siempre tienen los mismos problemas y a las que, casi siempre, sólo puede ofrecerles escasas soluciones; por no decir ninguna.
El Sr. Hilario Gómez cobra un sueldo magro por sus ocho horas de trabajo. Son ochocientos pesos a fin del mes. Es el sueldo que, en un gran porcentaje, el Sr. Hilario Gómez devuelve al municipio en calidad de pagos de impuestos. Algo queda para la comida, tabaco y de vez en cuando un aceptable vino tinto. Es un hombre común. Comparte sus días junto a una mujer que soporta sus padecimientos espirituales y físicos. El Sr. Hilario Gómez es suceptible a los avatares de su corazón. Ha consultado a varios médicos y a una psiquiátra, y todos han concluido en que lo suyo se encuadra dentro de una patología llamada “ataque de pánico”. Pero él no se convence con esto, y de vez en cuando tiene uno de sus feroces ataques. Ha llegado a no salir de su casa por largos períodos de tiempo. Ha incurrido en una inactividad física casi total. Ha perdido peso por falta de apetito o porque su pánico devora por él, sin que Hilario Gómez llegue al plato de comida.
El Sr. Hilario Gómez lee mucho y duerme en proporción equivalente. Tiene la aspiración de la escritura, más precisamente de la poesía. Escribe mucho, tal vez demasiado, y cree que sólo un par de textos suyos valen la pena. Y su tema es siempre uno, al igual que todos sus escritos. Tiene días en los que elige morir y días en lo que no, entonces, escribe sobre esos días en los que elige no escribir.
El Sr. Hilario Gómez ha incursionado en el periodismo con regular suerte y eficacia. Llegó a ser un intermitente colaborador en una publicación cultural. Desde el periodismo su elección fue la de redactar notas y reportajes cuyas temáticas fueron siempre de corte social. Hilario Gómez se ha comprometido y no, con su época y la realidad de ésta. Siempre emprende la búsqueda del origen de esa actitud intermedia, y para ello, cuando sus fantasmas internos se lo permiten, sale a la calle, camina, conversa con la gente y busca bares de barrio desde los que trata de observar qué es lo que ocurre a su alrededor.
Pero más allá de estos datos, Hilario nunca llega a estar conforme. Su vida es por momentos como una rima asonante. Se desespera por no hacer nada y se deprime cuando realiza una tarea que siempre considera insuficiente. Hilario Gómez busca la aprobación de quién sabe qué persona. A veces, cuando conoce a una personalidad importante, lo confunde con una especie de padre ideal; y este hecho lo perturba con gran tenacidad. Busca, con fervor y angustia, la forma de no perder esa figura ideal. Desea para él toda su atención. Cuando, durante algún tiempo, pierde el contacto con ese padre exterior, se debilita y aflige con facilidad. Hilario es un ser de esporádica lucidez a causa de esta condición.
De todas formas, el Sr. Hilario Gómez se aferra como puede a la vida. Tiene sus ideas y persiste en desarrollarlas. Siempre con esfuerzo y muy poco placer. Ama a su mujer, pero estar atento a ella, dedicarle y dedicarse más tiempo al cariño, a la caricia o la palabra plena y afectuosa, suele transformarse en un ejercicio inacabado, incompleto. El Sr. Hilario Gómez, registra un estilo no muy particular, pero sí suficiente como para comentar este breve episodio. Su celebración es un estuche o un perímetro desolado al tiempo que muta hacia una peculiar plenitud por las quimeras esquivas

03 noviembre 2008

Adiós a Mangieri, el poeta de las nobles causas



FALLECIÓ EL POETA JOSÉ LUIS MANGIERI

Con dolor me enteré de la noticia, que como los malos anuncios, viaja rápido. Falleció a los 83 años José Luis Mangieri, el poeta de la lucha y la utopía, de las justas causas y de la Cultura
Estarán tristes muchos jóvenes y no tan jóvenes poetas argentinos a quienes José Luis ayudó desde la sabiduría del tenaz editor.
La Sociedad de Escritores y Escritoras Argentinos lo dijo: Co-fundador de La Rosa Blindada, Mangieri fue también partícipe de un momento de oro de la literatura argentina, marcado por el compromiso social y político de varias generaciones. Había recibido el Premio Konex y lo habían distinguido como Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires, la Fundación El Libro le había dado el premio a la trayectoria editorial, pero José Luis nunca trepidó en ponerse codo a codo con los viejos y los jóvenes, para luchar por esa justa bandera, irrenunciable, que es la Pensión del Escritor.
También fundó ediciones de Tierra Firme y Ediciones del Caldén.
Se va a extrañar y mucho a un poeta que siempre estuvo comprometido con las causas políticas y sociales, llevando por delante siempre el estandarte de ser perro de su época y celoso ojo avizor de la nueva era.

01 noviembre 2008

El eterno regreso del pasado



El eterno regreso del Pasado

El pasado en la Argentina constituye el permanente retorno del presente malogrado y el futuro en acechanza. Los ’90, con su ola privatizadora, y el regreso a economías de mercado donde el salvajismo financiero profundizó las desigualdades sociales y económicas, desembocaron en un nuevo siglo teñido de violencia, muerte y más exclusión social. Tsunami institucional, económico y social. Último círculo en el infierno del Dante, sólo que arropado con vestimenta democrática. En 2003, iniciamos el camino de ascenso lento, lentísimo, hacia peldaños superiores del infierno, pero con la retórica y la liturgia del regreso de los ’70. Y hoy, 2008, nos encontramos en la reedición de la trampa política que nos acecha por izquierda y por derecha. El matrimonio presidencial buscando su alternancia en el poder que promete profundizar el cambio que hasta ahora no sé bien hacia dónde nos conduce. El nuevo progresismo argentino que no redistribuye la renta, que acumula superávit mientras la brecha entre ricos y pobres ya no es brecha sino un abismo de desigualdades y falta de oportunidades. La nueva derecha que se disfraza de centro, que descubre la retórica de lo positivo, de la generación de buena onda, intentado presentarse como la gran propuesta de gestión y cambio, alejada de las incómodas discusiones ideológicas. Una suerte de festilindo hedonista que esconde una manada de lobos hambrientos de poder. Y en el medio toda la gama de hienas que hacen su partida tanto por derechas como por izquierdas.
Este es nuestro presente anclado al pasado: la imposibilidad de realizar una síntesis dialéctica superadora. Esta es la trampa política que no hemos sido capaces de desarticular. La discusión política está colmada por el ejercicio lingüístico de la chicana gorila. El gobierno no puede ser criticado - sin que el crítico sea bautizado como conspirador de derechas - entre otras cosas, por haber priorizado la defensa de la política de derechos humanos. Y éste es un aspecto muy ponderable del gobierno, siempre y cuando no se produzca una apropiación y de ella derive un uso político de los derechos humanos, que obstaculice la mirada crítica sobre otras políticas de Estado.
Y la defensa de estos derechos básicos en cualquier sociedad democrática moderna, no puede ser discutida desde la perspectiva de un abandono de las políticas de seguridad, ya que ésta es la espiral de salida no dialéctica que producen las miradas más cercanas a la derecha identificada con la seguridad y el orden. No es cierto que para que exista seguridad y orden debe regir la ley de una edulcorada mano dura. No es cierto. Siempre será el camino más difícil pero el único posible, el de la educación y el trabajo.
Ese anclaje al que me refiero tiene que ver también con cierta percepción de ciclos que se repiten y que revelan un anacronismo intolerable. Por ejemplo, la crisis de la energía. Es ya imposible de entender, si no es a través de la desidia únicamente, que a 19 años de la crisis energética de 1989, la situación se repita casi con pasmosa igualdad – casi porque en 1989 se decidió el corte de luz domiciliario para favorecer a la industria -. Sólo que hoy tenemos una imagen del país que difiere en la ilusión de aquel de la post-primavera alfonsinista. ¿Es imaginable para los porteños y para los más privilegiados habitantes del conurbano bonaerense, pensar sus hogares, sus calles y hasta sus shopings, sumidos en una triste oscuridad? ¿Puede visualizarse un país que se jacta de haber incorporado a sus vidas cotidianas las nuevas tecnologías, programando cortes de luz para ahorrar energía?. ¿No es volver un poco a 1989 pero rodeados de cadenas de electrodomésticos que ofrecen sus plasmas, Pcs, y notebooks de última generación?. Pero también esto es pensar la realidad desde un centrismo que no tiene su correlato en los sectores más relegados del conurbano y en algunas provincias, donde el corte de luz es ya domiciliario.
El presente, anclado atávicamente al pasado, condiciona fuertemente las posibilidades de real desarrollo a futuro. No son errores, no son tampoco inclemencias del tiempo en sus manifestaciones corriente del niño/niña. Es una falta de planeamiento estratégico de políticas de desarrollo. Es no pensar a largo plazo, teniendo sí en cuenta los errores del pasado, el futuro del país. Es la miopía cortoplacista de una clase dirigente que sólo piensa en cómo acumular dinero y poder a través de la función pública. Es como siempre, como hace casi veinte años; es como cuando el país era Estatal y obsoleto, es como cuando el país fue moderno y Privado, pero ciego e insensible.
Es, en definitiva, una lástima. Seguimos derrochando presente y futuro sin tener conciencia de que las oportunidades son escasas, limitadas. Y es una lástima por la Argentina latente que todos los días trabaja, piensa, crea, educa, sueña, vive y muere, pensando que existe un futuro mejor. Ojalá pudiera reprimir las ganas de cerrar el editorial con la frase – ya varias veces usada, no soy nada original ni pretendo serlo - de Patricio Rey y sus redondos: el futuro llegó hace rato/ todo un palo, ya lo ves... Pero, lo siento, el pasado me traiciona, y no encuentro nada mejor.


Conrado Yasenza