16 marzo 2012

La Estación del dolor


La Estación del dolor

Por Conrado Yasenza*


Sigo sintiendo el mismo estupor que experimenté el 22 de febrero, día de la tragedia de Once. Y no puedo dejar de pensar en el dolor, inimaginable para mí, de los familiares de las víctimas que tratan de organizarse colectivamente para que la tragedia no sea olvidada con el transcurso de los días, los anuncios y las coyunturas, por los medios y por el Gobierno. No alcanza con sustituir al Secretario de Transporte. Este fin de semana seguí leyendo sobre el frondoso historial luctuoso-delictivo de los Hermanos Cirigliano, y no puedo comprender cómo fueron beneficiados con la concesión de TBA y con el otorgamiento de subsidios sin control - casi 77 millones de pesos en enero de 2012, según dijo Juan Carlos Cena, fundador del Movimiento Nacional de Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos (Mo.Na.Re.FA) y del Instituto Argentino de Estudios Ferroviarios y del Transporte - por parte de la Secretaría de Transporte dependiente del Gobierno Nacional. Agrego, por si faltaran datos de la magnitud de una tragedia evitable que se cobró la vida de 51 hijos del Pueblo, tres informes presentados por la Auditoría General de la Nación (2002, 2003, 2008) en los que se describe y alerta sobre los reiterados incumplimientos contractuales - esto es la responsabilidad de brindar un servicio bueno y seguro - como también la pasividad de la Comisión Nacional de Regulación del transporte (Cnrt). 
Datos no faltan, sobran y si se busca e investiga, afloran como pruebas irrefutables de las falencias de control por parte del Gobierno a la hora de otorgar en concesión TBA a los Cirigliano. El semanario Miradas al Sur publicó el domingo pasado, una excelente nota del periodista Gabriel Bencivengo, sobre las operatorias fraudulentas en materia de seguros (autoseguros) que vienen realizando los Cirigliano: Una de ellas tiene un fallo condenatorio de la Sala II de la Cámara de Casación Penal, que califica como maniobra delictiva la presentación de balances falsos en una maniobra vinculada a seguros por parte de los hermanos Cirigliano, y en 2008.
Y no alcanza, decía, con anuncios y promesas; con traspasos y renuncias que como dijo un familiar de una víctima de la tragedia "que no renuncie nadie, que no se las acepten, no valen, porque así cualquiera". No basta con medidas que pareciera, maquillan el desconcierto que produjo la tragedia. No podemos tolerar, luego de nueve años de sostener la construcción colectiva de un proyecto nacional que busca ampliar derechos ciudadanos y mejorar la vida de un pueblo que ha sufrido mucho, digo o reitero, no se puede tolerar que los 51 muertos queden, con el paso del tiempo en el olvido, y que los responsables tanto del sector empresarial como del Estado, reciban un trato diferencial por parte de la justicia de la Nación. Ninguno de los responsables que resulten de una investigación judicial seria y profunda, debe ser protegido desde los poderes. Ya que si así fuere, se convalidaría la impunidad del verdugo detrás del poder, y es inaceptable para esta democracia popular que ha hecho suya la bandera de los Derechos Humanos, y su defensa. Por eso no puede quedar impune la muerte de nuestros hermanos, de nuestros compatriotas, trabajadores todos ellos, humildes, moldeados por el color de la tierra, empecinados en sostener su dignidad a pesar del maltrato y el descuido; a pesar de la impúdica codicia de aquellos que lucran con la vida humana. L
as víctimas de Once no pueden ser abandonados por el Estado, y por aquellos que puedan darles visibilidad. Son hijos, padres, hermanos, que a pesar del inmenso dolor, persisten en su pedido de Justicia. 
Y esto que escribo nada tiene que ver con ser o no funcional a las corporaciones mediático-terroristas, sino tener presente aquellos dichos de Néstor Kirchner para que seamos críticos y ayudemos al gobernante a no aislarse de la muchedumbre innúmera y recobrada. No podemos tolerar, otra vez no, ha costado tanto llegar hasta aquí!, que la muerte de los hijos del pueblo y su memoria, sea ofendida por la no profundización en las investigaciones judiciales; éstas deben concluir en condenas efectivas para todos aquellos que tengan responsabilidad en el luctuoso andén que la connivencia entre empresarios, sindicatos y Estado, le abrieron a la muerte, siempre atenta, siempre expectante al llamado de sus verdugos terrenales. 


*Periodista-Dtor de La Tecl@ Eñe Revista digital de Cultura y Política  www.lateclaene.blogspot.com

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