BREVE HISTORIA DEL SR. HILARIO GÓMEZ
Todos los dÃas del Sr. Hilario Gómez son iguales.
Se levanta relativamente temprano, se afeita, lava sus dientes y peina su cabello oscuro casi sin darse cuenta.
El Sr. Hilario Gómez trabaja en una repartición pública como administrativo. Confecciona y busca fichas de datos, atiende a personas que casi siempre tienen los mismos problemas y a las que, casi siempre, sólo puede ofrecerles escasas soluciones; por no decir ninguna.
El Sr. Hilario Gómez cobra un sueldo magro por sus ocho horas de trabajo. Son cuatrocientos pesos a fin del mes. Es el sueldo que, en un gran porcentaje, el Sr. Hilario Gómez devuelve al municipio en calidad de pagos de impuestos. Algo queda para la comida, tabaco y de vez en cuando un aceptable vino tinto. Es un hombre común. Comparte sus dÃas junto a una mujer que soporta sus padecimientos espirituales y fÃsicos. El Sr. Hilario Gómez es susceptible a los avatares de su corazón. Ha consultado a varios médicos y a una psiquiatra, y todos han concluido en que lo suyo se encuadra dentro de una patologÃa llamada “agorafobia / ataque de pánicoâ€�. Pero él no se convence con esto, y de vez en cuando tiene uno de sus feroces ataques. Ha llegado a no salir de su casa por largos perÃodos de tiempo. Ha incurrido en una inactividad fÃsica casi total. Ha perdido peso por falta de apetito o porque su pánico devora por él, sin que Hilario Gómez llegue al plato de comida.
El Sr. Hilario Gómez lee mucho y duerme en proporción equivalente. Tiene la aspiración de la escritura, más precisamente de la poesÃa. Escribe mucho, tal vez demasiado, y cree que sólo un par de textos suyos valen la pena. Y su tema es siempre uno, al igual que todos sus escritos. Tiene dÃas en los que elige morir y dÃas en lo que no, entonces, escribe sobre esos dÃas en los que elige no escribir.
El Sr. Hilario Gómez ha incursionado en el periodismo con regular suerte y eficacia. Llegó a ser un intermitente colaborador en una publicación cultural. Desde el periodismo su elección fue la de redactar notas y reportajes cuyas temáticas fueron siempre de corte social. Hilario Gómez se ha comprometido y no, con su época y la realidad de ésta. Siempre emprende la búsqueda del origen de esa actitud intermedia, y para ello, cuando sus fantasmas internos se lo permiten, sale a la calle, camina, conversa con la gente y busca bares de barrio desde los que trata de observar qué es lo que ocurre a su alrededor.
Pero más allá de estos datos, Hilario nunca llega a estar conforme. Su vida es por momentos como una rima asonante. Se desespera por no hacer nada y se deprime cuando realiza una tarea que siempre considera insuficiente. Hilario Gómez busca la aprobación de quién sabe qué persona. A veces, cuando conoce a una personalidad importante, lo confunde con una especie de padre ideal; y este hecho lo perturba con gran tenacidad. Busca, con fervor y angustia, la forma de no perder esa figura ideal. Desea para él toda su atención. Cuando, durante algún tiempo, pierde el contacto con ese padre exterior, se debilita y aflige con facilidad. Hilario es un ser de esporádica lucidez a causa de esta condición.
De todas formas, el Sr. Hilario Gómez se aferra como puede a la vida. Tiene sus ideas y persiste en desarrollarlas. Siempre con esfuerzo y muy poco placer. Ama a su mujer, pero estar atento a ella, dedicarle y dedicarse más tiempo al cariño, a la caricia o la palabra plena y afectuosa, suele transformarse en un ejercicio inacabado, incompleto.
El Sr. Hilario Gómez, registra un estilo no muy particular, pero sà suficiente como para comentar este breve y común episodio. Su celebración es un estuche o un perÃmetro desolado al tiempo que muta hacia una peculiar plenitud por las quimeras esquivas.
Por Conrado Yasenza
1 comentario:
quÃhaceichabón brindis varios (lÃquidos y húmicos) por elbarullo
me encantó el alacraneo. qué vieja chota.
hace un tiempo que no me banco la falsa moral de los viejos de éstos lares (encima no me puedo resistir a leer los editoriales del grasa máximo de joaquÃn moralina solá, para calentarme, nada más, y el muy ortibita no te deja ni mandarle unos correos electrónicos insultantes, te hacen la burocracia informática que odio profundamente.
si leo ese diario es solo para calentarme, pero porqué mierda me voy a tener que registrar para mandarle un correo a éste nabo pro mercado salvaje)
bueno, ya me calenté de nuevo, ves ese diario de mierda hasta tiene efecto residual.
los viejos chotos son una verdadera desgracia. también hay viejos copados (conozco uno).
be happy
abrazos rondas de baile y chicas fuertes
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